jueves, 25 de junio de 2009

250609

besale el vestidito a nuestra señora
me dijo la vieja, y yo puse
mi boca sin fe
sobre el encaje, mugriento
de lágrima y besos
en los ojos hundidos
en el pie de celeste carnadura

por la calle de arriba venía el ancho río del hombre
por la calle de abajo venía el ancho río de las ratas
mordiendo la sobra
el desperdicio de la feria
el sol filtrado por las bocas de tormenta

después del teatro lo vi a mate
sentado en la placita, pensante como un cristo viejo
me arrimé, le pregunté si fumaba
y entre los dos tomamos la comunión
de un tabaco agridulce, que subía
derechito al cielo

jueves, 18 de junio de 2009

180609

algunos mueren como los conejos
mirando la luz
de su propio exterminio

no esperan tomando la sopa fría
su pastilla del corazón
oliendo la propia
sostenida
corrupción de la carne

amanece y alguien entra
al cuarto oscuro, el televisor
alumbra los ojos vacíos
como el de las muñecas
en el estante

afuera
el árbol se mueve un poco
y más atrás los autos

después la vida de siempre
como siempre

domingo, 14 de junio de 2009

Esperando a Godot

"El 19 de noviembre de 1957 un grupo de inquietos actores se preparaba para salir a escena. Eran los miembros de la Academia de Actores de San Francisco. El público ante el que iban a actuar estaba formado por 1.400 presos de la Penitenciaría de San Quintín. Nadie había representado allí desde que Sara Bernhardt lo hizo en 1913. Ahora, cuarenta años después, la obra escogida, principalmente por no tener papeles femeninos, era Esperando a Godot, de Samuel Beckett.
No es, pues, de extrañar que los actores, y Herbert Blau, el director, estuvieran recelosos. ¿Cómo iban a presentarse a uno de los más difíciles auditorios del mundo con una obra tan marcadamente oscura e intelectual y que casi había producido tumultos en los más sofisticados públicos de Europa Occidental? Herbet Blau decidió preparar al auditorio de San Quintín para lo que iba a presenciar. Compareció en el escenario y se dirigió al repleto y oscuro comedor Norte, convertido en un mar de vacilantes cerillas que los presos lanzaban por encima del hombro después de haber encendido sus cigarrillos. Blau comparó la obra con una pieza de música de jazz: " a la cual uno debe estar atento para descubrir en ella todo lo que uno crea poder descubrir". Del mismo modo tenía la esperanza que habría diversas interpretaciones, diversos significados personales para cada uno de los asistentes a Esperando a Godot.
El telón se alzó, la obra dio comienzo. Y aquello que había desconcertado a los sofisticados auditorios de París, Londres y Nueva York, fue inmediatamente asimilado por un público de presos. El escritor de Recuerdos de un estrenista (Memos o a First-Nighter), en las columnas del periódico del penal, el "San Quentin News", dijo:
"El trío de forzudos, de prominentes bíceps, que había plantado sus 642 libras en el pasillo, esperaban que saliesen chicas y cosas divertidas. Cuando esto no ocurre manifiestan su enojo y en voz alta empiezan a decir que en cuanto se apaguen las luces se largan. Estaban en un error. Escucharon y observaron dos minutos más, y se quedaron. Se quedaron hasta el final. Estaban temblando".
Un periodista del Chronicle de San Francisco, que estuvo presente, hizo notar que los presos no encontraron la obra difícil de entender. Uno de ellos le dijo "Godot es la sociedad", otro: "Es el exterior". Uno de los maestros de la prisión es citado diciendo: "Ellos saben lo que significa esperar..., sabían que si por fin Godot hubiese llegado, habría sido un engaño"

Fragmento del capítulo introductorio a El teatro del absurdo, de Martin Esslin.
Editorial Seix Barral, S.A.
Barcelona, 1966

viernes, 5 de junio de 2009

Dos poemas de Yehuda Amijai

Encontré un periódico

Encontré un periódico de hace veinte años,
de la semana que nos separamos. Todo estaba
escrito en él, salvo la separación.

Tú me enterrarás.
Tú me enterrarás.
Cosas así decíamos entonces
con las mejillas unidas y alejados de la muerte.

A veces me olvido y paso por calles
que ya no son nuestras, abro postigos
con calma. “No se vayan, sólo he salido
a comprar”. O voy a casas
a preguntar, como se hacía antes: ¿Ha venido?
Cada año ha venido. El año que viene vendrá.

Y mirada hacia atrás que dura años,
y mano en la frente como antaño.

Estoy ardiendo.
Estoy ardiendo.
Cosas así decíamos entonces.
Bastaba con que uno ardiera
para prender con su fuego al otro
y el resto de su vida.


Desde entonces

Caí en la batalla en Ashdod
en la guerra de la Independencia.
Mi madre dijo entonces, tiene veinticuatro años,
y ahora dice, tiene cincuenta y cuatro años,
y enciende una lamparilla
como velas de cumpleaños,
velas para soplar sobre una tarta.

Y desde entonces mi padre ha muerto de dolor y pena
y desde entonces mis hermanas se han casado
y han puesto mi nombre a sus hijos,
y desde entonces mi casa es mi tumba, y mi tumba – mi casa.
Porque caí en la pálida arena
de Ashdod.

Y desde entonces los cipreses y los árboles frutales
entre Negha y Yad Mordekay
caminan en un lento cortejo fúnebre,
y desde entonces todos mis hijos y todos mis padres
son huérfanos y están solos
y desde entonces todos mis hijos y todos mis padres
caminan juntos con manos entrelazadas
en una manifestación contra la muerte.
Porque caí en la guerren la blanda arena de Ashdod.

Me cargué a mi compañero a la espalda.
Y desde entonces siempre siento su cuerpo muerto
como un pesado firmamento sobre mí,
y desde entonces siente mi espalda arqueada debajo de él
como un segmento convexo de la bola del mundo.
Porque caí en la terrible arena de Ashdod, y no sólo él.

Y desde entonces me compenso por mi muerte
con amores y banquetes sombríos,
y desde entonces soy yo que en paz descanse,
y desde entonces no quiero que el Señor vengue mi sangre.
Y desde entonces no quiero que mi madre llore por mí
con su hermosa y precisa cara,
y desde entonces lucho contra el dolor,
y desde entonces camino contra mis recuerdos
como quien camina contra el viento,
y desde entonces lloro por mis recuerdos
como quien llora por sus muertos,
y desde entonces apago mis recuerdos
como quien apaga el fuego,
y desde entonces estoy tranquilo,
porque caí en Ashdoden la guerra de la Independencia.

“Los sentimientos se han agitado”, se decía entonces, “Las esperanzas
han aumentado”, eso se decía y ya no se dice,
“Las artes han florecido”, decían los libros de historia,
“La ciencia ha prosperado”, eso se decía,
“El viento de la tarde les ha enfriado la frente
ardiente”, se decía entonces,
“El viento de la mañana les ha alborotado el cabello”,
eso se decía.
Y desde entonces los vientos hacen otras cosas,
y desde entonces las palabras dicen otras cosas,
(no me miréis como si estuviese vivo),
porque caí en la blanda y pálida arena
de Ashdod en la guerra de la Independencia.